Muchas son las teorías de administración que se han desarrollado a lo largo de la historia y sobre todo desde comienzos del siglo XX con el desarrollo de la segunda etapa de la Industrialización: la producción en masa. Pero si hay algo en que todas coinciden no son las máquinas, los procesos ni los sistemas; ellas colocan al ser humano como objeto de estudio y como principal motor del desarrollo organizacional.
Mas aún hoy en día con la llegada de la Industria 4.0 y el desarrollo de Start ups, el hombre está dejando de ser un engranaje mas de los procesos para ser ubicado como desarrollador de Tecnologías que simplifican la producción de bienes, la prestación de servicios y la calidad de vida de los ciudadanos.
Por otra parte, mas allá de estos avances, coexisten actualmente diferentes etapas de la revolución industrial, en todas, el ser humano sigue siendo un denominador común, en algunas como parte fundamental del proceso y en otras como diseñadores, evaluadores, mantenedores de los mismos. Las máquinas han sido transformadas, reducidas, aceleradas, pero sin embargo el personal sigue, aunque en otras funciones, presente en cada uno de los procesos. Nadie podrá negar entonces, que el personal de una organización es el sustento del funcionamiento de la misma, y que este invierte la mayor parte de su tiempo en la organización o desplazándose hacia ella. Por tanto, el personal y su salud son factores fundamentales para la salud de la organización.
Aspectos del trabajo que deriven en un personal desmotivado, que trabaje en un medio ambiente insalubre, que no puedan conformar un verdadero equipo de trabajo o dispongan de serios problemas de comunicación, son cuestiones que afectarán la salud organizacional. Pero no son las únicas, el personal y por tanto la organización, no será ajeno a las cuestiones personales que los afecten; necesidades básicas insatisfechas, problemas de salud de un familiar, procesos de separación, problemas económicos del mismo, entre otros, impactarán irremediablemente en la organización ya que el individuo no tiene capacidades para encapsular parcialmente su realidad. Mas aún si multiplicamos los problemas que afectan a cada uno por el total del personal, la organización estará siendo influida indirectamente por un sinnúmero de situaciones.
La OMS en su boletín 571, establece una renovada definición de la salud, indicando que esta no es una mera ausencia de enfermedad, sino también un estado óptimo de bienestar físico, mental y social.
Eso implica que el ser humano debe necesariamente estar libre de enfermedades (por lo menos de aquellas que este sienta que puedan limitarlo) pero a su vez sentirse con capacidades físicas y una lucidez e interrelación social que le permitan afrontar sus desafíos. No podemos obviar, que los seres humanos somos sometidos a lo largo de nuestras vidas a un incalculable número de situaciones laborales y extralaborales que permanentemente atentan contra nuestra salud, pero allí es donde radica el desafío. Acompañar al personal en su desafío de mantener o mejorar su estado de bienestar físico, mental y social, es una política tan sinérgica como necesaria. Puesto que no solo tendremos trabajadores saludables, sino también peleando por una organización que se preocupa por ellos.
Me ha tocado integrar diversas organizaciones, donde es impactante ver como en épocas de crisis se genera un circulo virtuoso, donde el estrés debido a factores laborales y/o económicos generales, comienza generando las primeras ausencias fuera de las habituales, lo que requiere una sobrecarga del resto del personal que tampoco es ajeno a esta situación. Con el tiempo, estas personas sobrecargadas terminan también ausentándose y se comienza a resentir la producción y por tanto, la relación con el cliente concluyendo finalmente en el colapso de la organización.
Una cuestión que suele plantearse en las organizaciones es hasta que punto la organización es responsable de «subsidiar» (visto desde la óptica del empresario) las ausencias por enfermedad inculpable del personal y aún mas cuando, como suele suceder, se generan sospechas sobre la veracidad de la enfermedad. La situación presenta principalmente dos posibles escenarios:
El primer escenario es que esté realmente enfermo y es quizás el escenario mas probable en la gran mayoría de los casos. En este caso como ya expusimos anteriormente, es necesario dejar que el trabajador se recupere plenamente y acompañarlo en el proceso. Si la empresa busca hacer algo en estas situaciones lo mejor es la prevención. Puede ser que muchas enfermedades del personal se deban al sobrepeso, al tabaquismo, sedentarismo u otras enfermedades; en este caso, juega un papel importantísimo el servicio de medicina de la empresa, identificando factores comunes entre los trabajadores que enferman (además de los laborales) y establecer campañas que lo inviten a participar para poder estar mas saludable.
En el segundo caso, si bien no suelen ser muchos los casos, aparecen con mayor frecuencia en las épocas de crisis, conflictos, cambios, etc. Es por ello, que en estos casos, es fundamental que la comunicación con el personal sea fluida, que se sientan integrados en la organización, que puedan exponer sus miedos, que se escuchen sus ideas o propuestas, etc. Señalarlos, maltratarlos, perseguirlos, generará un efecto inverso al deseado, disminución de la ausencia y acompañamiento a la organización en épocas difíciles.
Para finalizar, se debe tener en cuenta que para tener una organización saludable desde el punto de vista productivo y humano, es fundamental la conjugación del trabajo de especialistas en: Higiene Industrial, para prevenir enfermedades profesionales; Seguridad en el Trabajo, para evitar accidentes de trabajo; Ergonomía, para generar espacios de trabajo mas confortables; Medicina Laboral, para vigilar al trabajador y prevenir el desarrollo de enfermedades y; Psicosociología Laboral, para poder mantener al trabajador motivado y saludable desde un punto de vista mental y social, además de un empresario consciente de la importancia de trabajar estos factores.